La saqué, en los años sesenta.
La titulé "Dios, dónde estás".
Siempre me ha gustado.
Décadas después volví al mismo sitio, al mismo lugar, y volví a tomarla. Esta vez, desnuda. El escenario no había cambiado. La persona (¿su espíritu?) ya estaba detrás del espejo, detrás del objetivo de la cámara. Me acordé de Rimbaud.
Texto y fotos: Vicente Escudero
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