Un impacto visual.
Subía al castillo de Peñíscola y lo sentí.
La misma luz, los mismos contraluces.
Las fotos que hice, hace dos años, en el espigón de Collioure.
Como si el tiempo se hubiera detenido.
Como si fuera siempre el mismo instante.
Como si las fotos fueran, siempre, las mismas fotos.
Como si el fotógrafo fuera (esto sí lo sé) el mismo fotógrafo.
Los mismos ojos. La misma mirada. El mismo sentir.
Por supuesto, disparé mi cámara. Una, dos, tres... veces. Click, clikc, click.
Hasta que sentí que había captado el instante.
Estas fotos están dedicadas a "M", que me ha acompañado muchos, muchos años.
¿Almas gemelas?
Habrá que creer en las brujas, meigas, sorguiñas o como quiera que se llamen.
(Fotos: Vicente Escudero)
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