Soy lector de Pío Baroja desde hace más de cuarenta años.
A veces, compulsivamente, con pasión.
Otras, más relajadamente.
Pero nunca he olvidado a Don Pío.
Soy barojiano.
En los años ochenta visité Itzea, la casa de los Baroja en Vera de Bidasoa.
Tuve el privilegio de hablar (fue mucho más que una simple entrevista) con Don Julio Caro Baroja en su estudio / despacho, heredado de su tío, en la primera planta de la casona familiar.
Caía la tarde y hablamos, mientras la luz del sol se apagaba, de brujas, aquelarres, odio, venganzas pueblerinas, personas diferentes que se ven abocadas a seguir su destino.
Todo, muy barojiano.
Don Julio Caro Baroja me regaló (y dedicó) un libro -“Inquisición, brujería y criptojudaismo”- que siempre ha ocupado (y ocupa) un lugar de honor en mi biblioteca.
Pues bien…
Este verano he vuelto a Vera de Bidasoa, a Itzea.
Y gracias a la gentileza de las cuidadoras de la casa Barojiana he podido pasearme libremente por el jardín barojiano, y hacer fotos.
Me sentí un privilegiado.
Creédme: sentía la atmósfera del jardín, veía las luces, las sombras, los claroscuros, los colores (todos los matices del verde, teñidos a veces de violetas).
Me veía transportado a un jardín romántico.
El silencio lo dominaba todo.
Yo pisaba sobre el césped como si estuviera caminando sobre una fina capa de cristal.
No quería romper el momento y, al mismo tiempo, quería inmortalizarlo con mi cámara.
Sin interferencias, tal y como lo sentía.
¿Lo he conseguido?
Bueno… me sentí un privilegiado y quiero compartir esas imágenes, esa sensación, con todos vosotros.
Y a propósito: hoy, precisamente hoy, acabo de completar, con el segundo volumen de "Hojas sueltas" mi querida colección de las obras de Pio Baroja en la inigualable colección de la Editorial Caro Raggio.
Habrá que creer en los momentos mágicos.
Vicente Escudero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario