Fué hace muchos años. En Barcelona.
Despuntaba el día.
Abrian los quioscos de Las Ramblas y los barrenderos regaban las calles.
Una señora abrió su bolso y dió de comer a las palomas.
Un gesto sencillo.
Bello.
La vida -creo- está hecha de esos detalles sencillos, bellos.
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